La gran comedia de

La Magdalena de Roma

de don Juan Bautista Diamante 1

 

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JORNADA PRIMERA

    NB : Explanatory notes on the text are marked thus
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Salen con mantos Catalina, Rosaura, Porcia y Fenisa.

Catalina.

Fenisa, quita a Rosaura

y a Porcia aprisa los mantos.

Fenisa.

Aprisita, porque están

los festivos aparatos

de aparadores y mesas

5

con opulencia aguardando,

para que los descompongan

los señores convidados.

Porcia.

¡Bizarro anduvo Lupercio!

Rosaura.

¡No vi valor más gallardo!

10

Catalina.

Culpara yo mi elección

si no lograra el aplauso

de tener tantas disculpas

como rendirme a su garbo.

Porcia.

Muchos créditos en Roma

15

logra Lupercio.

Fenisa.

Y no en bancos.

Catalina.

¡Qué ligereza tan tuya!

Propio achaque de criados,

que sólo el rico en vosotras

es el mejor.

Fenisa.

Y eso ¿es malo?

20

Yo quiero más a un talego

de doblones que de ochavos.

Catalina.

Mi vanidad más aprecia

haberle visto arrestado

en el sangriento tumulto

25

de franceses y romanos,

que sobre las preferencias

de las carrozas trabaron

disputas por los lugares

(sin atender, enojados,

30

al respeto que se debe

tener al Sacro Palacio),

[esgrimir el fino acero

mover el impulso airado

siendo ejecución cualquiera

35

movimiento de su brazo,

todo relámpago el ceño,

trueno el brioso aparato,

y finalmente ruina

el efecto reparando

40

que en estruendo, en amenaza,

en ejecución vibrados,

se vieron en su valor

trueno, relámpago y rayo;

que fué verle combatida

45

roca de vientos livianos,

bajel corpulento a lentas

ondas, muro reforzado

a tibios golpes; y en fin,

verle a cobardes asaltos

50

de desmayados estorbos

muro, bajel y peñasco.]

Digno es de mi amor Lupercio,

a pesar de los contrarios

que, envidiosos de sus dichas,

55

se oponen a sus aplausos.

Yo le elegí, persuadida

de su valor, entre tantos

como osadas mariposas

en mis ojos se abrasaron;

60

sólo él vive en mi memoria,

y mi espíritu bizarro

no echa menos, con él solo,

los rendidos holocaustos

de los muchos que a mi altar

65

víctimas sacrificaron.

Y no os parezca, Rosaura

y Porcia, que en esto hago

más de lo que es justo, pues

mi corazón abrasado,

70

sediento de ardientes triunfos,

se viera mal empleado

en uno de éstos - alcorza,

todo pulido y peinado,

muy sahumada la melena

75

y muy teñidos los labios

con cera y con palomina -

que aunque me han querido hartos,

me he descartado de todos,

amigas, considerando

80

que en tales hombres tuviera

mi tocador nueuos gastos.

Viva Lupercio en mí, y mueran

todos los afeminados.

Fenisa.

¡Cómo a tus ojos reñía!

85

¡Qué bien compraba el bellaco

las cuchilladas, señora,

de tus luceros rasgados!

Porcia.

Que es valiente te confieso,

mas, Catalina, reparo

90

que le falta ...

Catalina.

¿Qué le falta?

El filis de cortesano.

Fenisa.

Lupercio no es Argensola,

ni Lupercio es Garcilaso.

Catalina.

Porcia, como amarme sepa,

95

yo no he menester letrados

para el pleito de mi amor:

él de mi está enamorado,

y para mi empleo tengo

yo con su parecer harto.

100

Porcia.

Yo gusto de los discretos.

Catalina.

Y yo de los alentados.

Porcia.

Yo por eso amo a Filipo.

Catalina.

Por eso a Lupercio amo.

¿Qué sientes, Rosaura, tú

105

de nuestros empleos?

Rosaura.

Cuando

no había oído a Domingo

- este ángel disfrazado

en hombre que tantas luces

en sus sermones ha dado

110

a Roma, con la devota

explicación del Rosario -

tenía elección, amigas,

para juzgar de estos casos;

pero ya ni aún albedrío

115

sus acentos me dejaron,

viendo que es ocioso aquello

que a Dios no va encaminado.

Catalina.

Por curiosidad le oí,

y fué el oírle de paso

120

mas porque me viesen muchos,

adonde concurren tantos,

que por oírle; pues fui

no a pretender sus aplausos

sino los míos, y fueron

125

mis designios bien logrados,

pues a mí mil me miraban,

si a él le miraban cuatro.

Mas de Leonardo, Rosaura,

¿qué hará tu desdén?

Sale Leonardo.

Leonardo.

Leonardo,

130

bella Catalina, llega

a vuestros pies mejorado,

rindiendo por sacrificio

mi atención; más cortesano,

pues mi nombre ha merecido

135

que le ilustre vuestro labio.

Porcia.

¿Adónde queda Filipo?

Catalina.

(Ap.) (Rosaura no le ha mirado.)

Sale Filipo.

Filipo.

¿Señora?

Leonardo.

Rosaura ...

Fenisa.

(Ap.) (Bueno.)

Rosaura.

Ya no soy Rosaura.

Fenisa.

(Ap.) (¡Malo!)

140

Filipo.

Pasé a buscar a Lupercio

por el lance que en palacio

su garbo supo vencer,

de franceses y romanos.

Y solo pudo Lupercio ...

145

Sale Lupercio.

Lupercio.

¿Qué pudo Lupercio?

Golondrino.

¡Andarlo!

Filipo.

Reducir aquel tumulto.

Lupercio.

Corrido de los aplausos

estoy, con que me celebran

los grandes cortesanazos.

150

¿Por valor se ha de tener

descalabrar cien menguados,

ni hacer correr a quinientos?

¡Oh, cuánto me irrito, cuánto

de que a mi garbo le injurien

155

los que conocen mi garbo!

Montones de picarones

obran siempre amontonados,

y si uno vuelve la espalda,

los demás vuelan rodando.

160

Si fueran hombres de punto,

quedar pudiera muy vano

de reñir con uno solo

y darme mucho cuidado.

De torpe plebe no admito

165

parabienes.

Golondrino.

Este brazo

es el padre de las parcas,

siendo de su triunvirato

el que en aquella pendencia

fué los pícaros hilando

170

los copos de las molleras

con el huso de seis palmos.

Aspa haciendo de la daga,

los demás fui devanando,

y tijera la de Hortuño,

175

quedaron despabilados

brazos, cabezas y piernas,

corpanchones, espinazos,

haciendo una pepitoria

de aquellos vinosos gansos:

180

con que el padre de las parcas

a Golondrino llamaron.

Lupercio.

¿Cómo te fué en el sermón,

Catalina? Que asombrados

tiene a todos la doctrina

185

del español.

Catalina.

Los romanos

se mueven con ligereza.

Yo fui a oírle, y he logrado

el verte reñir muy bien,

que éste sólo es mi reparo.

190

Lupercio.

Que celebren otros triunfo

que fué en mí tan limitado,

aunque me admira, bien mío,

no debe admirarme tanto

como que tú le celebres,

195

cuando tienes enseñados

los ojos a ver por tí

los furores de mi brazo

en los que, envidiosos, sienten

el favor que de tí alcanzo.

200

Y no hablo de los muertos,

que ésos, aunque han sido tantos,

ya no pueden tener celos;

de los que están vivos hablo,

o a mi desprecio ofendidos,

205

o a mi valor desairados.

Catalina.

Sobre tu gala, tu brío

da a mi vanidad aplauso.

Voces dentro. [1]

Uno. (Dentro.)

¡Da vuelta a los asadores!

Otro. (Dentro.).

¡Pon en la sopa los pavos!

210

Tercero. (Dentro.).

¡Ceba aprisa las garrafas!

Cuarto. (Dentro.).

¡Repasemos nuestros cuartos!

Leonardo.

¿Tan presto olvidas, Rosaura,

las memorias de Leonardo?

Rosaura.

No es olvido mi mudanza.

215

Fenisa.

¿Y es memoria?

Rosaura.

Lo contrario

fuera olvido del cariño.

Lupercio.

Pues ¿qué es esto?

Filipo.

No lo alcanzo.

Porcia.

Yo sus caprichos conozco.

Catalina.

Yo sus primores extraño.

220

Fenisa.

Puede ser que por San Juan

quiera mudarse a otro cuarto.

Golondrino.

[Primero al capón con barbas

verán de Madrid los patios.]

Lupercio.

Si Rosaura se nos muda

225

puedes, amigo Leonardo,

hacer del desdén escudo

para mayores reparos.

Leonardo.

(Ap.) (Mal te estará su desvío,

Lupercio, puesto que airados

230

mis celos, abrigan siempre

el rencor más obstinado

del amor que a Catalina

tuve mudo siempre. ¡Oh, cuánto

a mi memoria le enoja

235

un recuerdo tan tirano!)

Voces dentro. [2]

Uno. (Dentro.).

¡Vítor, el ángel Domingo

de Guzman!

Golondrino.

Estos muchachos

con dos gritos de faroles

le vitorean al santo.

240

Catalina.

(A Lupercio.) Ven a que ilustres las mesas.

Lupercio.

Vamos, Catalina, vamos.

Catalina.

¡Lo que te quiero, Lupercio!

¡Lo que me alumbran tus rayos! (Vanse.)

Rosaura.

(Ap.) (¡El cielo aliente mi afecto!)

245

Leonardo.

(Ap.) (¡Más en mi rencor me abraso!) (Vanse.)

Filipo.

(A Porcia.) De tu voz sólo el oído

logra más dulces halagos.

Porcia.

Siempre en mis afectos tienen

muy buen lugar tus aplausos (Vanse.) [3]

250

Golondrino.

¿En qué quedamos, Fenisa?

Fenisa.

Golondrino, ¿en qué quedamos?

Golondrino.

Yo en casarme los inviernos.

Fenisa.

Yo, en invierno y en verano. (Vanse.)

Córrense los bastidores, y en el foro se descubre la fábrica de un templo sin acabar, y pasarán a su tiempo por los andamios ángeles, y peones con materiales, y sale Santo Domingo de religioso. [4]

Domingo.

Señor, de tus esposas

255

logre yo el sacro nido;

tengan fragantes rosas

el pensil escogido

para que más ardientes

te sirvan sus purezas florecientes.

260

Fué de mis hijos casa

ésta que ser procure,

si a tanto logro pasa,

venturosa clausura

de tus vírgenes bellas,

265

o alcázar celestial de tus estrellas.

Con alta providencia

tu auxilio la enriquece -

¡oh sacra omnipotencia,

cuánto a glorias florece

270

católico el desvelo

que fabrica en la tierra para el Cielo!

La vocación de Sixto

tendrá siempre; no asombre

que el acento de Cristo

275

sea su dulce nombre:

mire del Sol el día

en los brazos del alba de María.

Sagrada hermosa fuente,

de tus limpios cristales

280

dilata la corriente;

logren de sus raudales

sedientas las criaturas

en copas del Rosario tus dulzuras.

No aventure cristiano

285

purificado el oro

que enriqueció tu mano;

logre el mayor tesoro,

y de su fértil mina

enriquecida mire a Catalina.

290

Esta mujer profana,

que escandaliza a Roma,

siendo prisión tirana

y pirata paloma,

que las almas condena

295

con los blandos halagos de sirena;

Esta, por quien, perdida,

Música dentro [5]

la juventud ociosa

desestima la vida,

y ésta, que escandalosa

300

de Dios vive olvidada,

sea de tu piedad, Virgen, llamada.

A mi ruego, Señora,

si tu favor merece,

vea la clara aurora

305

ésta a quien anochece

la sombra del pecado,

con corazón rebelde y obstinado.

Bajan en dos sacabuches dos ángeles cantando, y en medio una niña que hace a nuestra Señora, con un arco que forme un rosario de cuentas grandes de plata, y ramilletes de rosas redondas, que hagan los padrenuestros, y arrodíllase el santo. [6]

Ángeles. (Cantan.)

Las aves, las flores

al Alba saluden,

310

a fragancias de nácar los valles,

a gorgeos de pluma las cumbres.

Angel 1°.

Domingo venturoso,

a tu fe no conturben

temores, que enriquecen

315

con las sombras tus luces.

Angel 2°.

La bella Aurora siempre

a tus voces influye

con nuevos resplandores,

porque tu voz se ilustre.

320

Niña. [7]

Vive seguro, Domingo,

pues que tus voces construyen

de los tesoros del Cielo

los más soberanos lustres;

y porque de Catalina

325

tus recelos se aseguren,

sabe que mi amado Hijo

la ha de guiar con sus luces

a su amor. Dale el rosario,

y espera tiempo en que ocupe

330

bien la vida que ahora ves

que tan mal la distribuye.

Suben cantando los ángeles. [8]

Ángeles. (Cantan.)

Las aves, las flores,

al Alba saluden,

a fragancias de nácar los valles,

335

a gorgeos de pluma las cumbres.

Domingo.

Favor tan soberano

¿quién le habrá merecido?

Mas ¿cuándo de tu mano

no logró el afligido

340

llenarse de consuelos?

¡Publíquenlo por mi todos los Cielos!

Sale Soleta.

Soleta.

¿Hay tal pedir de rosarios?

¡No vi más devota prisa!

Domingo.

¿Que dice, hermano Soleta?

345

Soleta.

¿Que quiere, padre, que diga?

Eminencias, excelencias,

obispos y señorías,

príncipes, duques, marqueses,

viejos, viejas, mozos, niñas,

350

cortesanos, labradores,

damas y dueñas arpías;

que hoy toda Roma cifrada

se mira en la portería,

y sombra el pobre Soleta,

355

como si fuera plantilla,

cargan a pedir rosarios.

¡Y a no valerme la cinta,

temí que en vez de rosario

no me llevasen las tripas!

360

Domingo.

Diga si ha dejado alguno

de lograr aquesa dicha.

Soleta.

Sí, padre.

Domingo.

¿Quién?

Soleta.

Un bermejo,

que por narices traía

una alquitara que puede

365

abundar a cien boticas,

cuando destilen por mayo

cantuesos y manzanillas.

Domingo.

Si volviere, dos rosarios

le dé luego, y su malicia

370

enmiende, hermano Soleta,

dándose tres disciplinas.

Soleta.

Mejor son los canelones

para la cara de esquina.

Dentro voces. [9]

Uno. (Dentro.)

¡No amainen!

Otro. (Dentro.)

¡Da vuelta al torno!

375

Tercero. (Dentro.)

¡Tira la maroma chica!

Cuarto. (Dentro.)

¡Tuerce a la mano derecha!

Quinto. (Dentro.)

¡Suban aprisa la viga!

Peón 1°. (Canta dentro.)

Tira el cubo, Perico,

ola y más ola,

380

por lo más delgadillo

que rompe la soga, ola y más ola.

Soleta.

¡Lo que alegra a los peones

la miel rosada de Esquivias!

Domingo.

Sin tener más fundamento

385

que el de una esperanza fija

de la fe con que te adoro,

mi Dios, mi ardiente osadía

a aumentar este convento

se atrevió; y en pocos días

390

son los socorros tan grandes,

que los fieles participan

a mi mano, que contento

espero ver concluída

la fábrica.

Uno. (Dentro.)

¡Pon el cubo!

395

Soleta.

¡Qué alegre que anda la jira

cuando ven a Fray Domingo!

Otro. (Dentro.)

¡Esa regla está torcida!

Domingo.

Dé un refresco a los obreros,

Soleta.

Soleta.

Ya prevenidas

400

tengo, con sus picatostes,

dos arrobas de salchichas,

y del griego un garrafón

mayor que la Torrecilla.

Van pasando oficiales.

Peón 1°.

Ande, hermano. (Con unos cubos.)

405

Peón 2°.

Que se mate (Con la viga.) [10]

el maestro, pues que tira

veinte reales de jornal,

que yo que reviento, al día

sólo gano cinco reales!

Peón 1°.

Mire que el padre nos mira.

410

Peón 2°.

No se mate, que por él

no he de aventurar mi vida.

Soleta.

¡Qué moscón es el peón

que lleva aquella alfarjía!

Domingo.

(Al Peón 2°.) ¿Con tan poco peso, hermano,

415

con esa pausa camina?

Peón 2°.

¡Qué poco el padre se duele

de las ajenas costillas!

Más piedad, su reverencia,

juzgaba yo que tenía,

420

y juro ...

Domingo.

No se despeñe.

Peón 2°.

Pues de que yo me haga astillas,

¿qué provecho saca, padre?

No he visto en todos mis días

sobrestante que se duela

425

del peón que se desliza;

porque en cayendo, le llevan

volando en las angarillas

al hospital, y le dejan

sin dejarle una gallina,

430

ni un par de huevos - aunque

quede el pobre hecho tortilla.

Y si esto sucede, padre,

más espacio y menos prisa,

que el padre, si yo me mato,

435

no podrá darme la vida. (Vase.) [11]

Domingo.

Tenga paciencia.

Soleta.

Picado

va el dicho peón de avispas!

Ruido y voces dentro. [12]

Peón 1°. (Dentro.)

¡El cielo se viene abajo!

Peón 2°. (Dentro.)

¡Valedme, Virgen María!

440

Soleta.

¿Qué es aquello, padre mío?

¿Es miércoles de ceniza?

Ruido de hundimiento grande. [13]

¡Oh, qué polvo! ¡Oh, qué guijarros!

Y ¡qué espesas peladillas!

¿Si acaso a Roma Torote

445

ha venido en romería?

¿En qué planta esta Soleta

podrá tener acogida?

¡Que me descalzan de abajo, (Con miedo.) [14]

y me trastejan de arriba!

450

Domingo.

¡Qué de luces el estrago

le da, Señor, a mi vista!

Salen dos peones. [15]

Peón 1°.

¡Deme albricias, padre nuestro!

Peón 3°.

¡Padre nuestro, deme albricias!

Soleta.

Padre, a tantos padrenuestros

455

darles puede avemarías.

Peón 1°.

Todo el paredón se hundió

de aquella fábrica antigua

que le quitaba al convento

las luces del mediodía.

460

Domingo.

¡Lo que no pudo vencer

el ruego ni la justicia,

venció Dios! Si ha peligrado

alguno, hermano, me diga.

Peón 1°.

Sólo un peón al pasar

465

despedazado se mira.

Domingo.

¡Mucho me cuesta la obra,

pues que me cuesta una vida!

Vayan, y saquen aquí

al difunto.

Peón 3°.

Si hecho harina

470

ha quedado, ¿a qué mi padre

quiere que sangre y ceniza

le saquemos?

Domingo.

Vayan presto,

que mi fe no desconfía

de la piedad soberana

475

de aquella Reina escogida.

Vaya, Soleta, con ellos.

Soleta.

(Ap.) (¡Yo cojo grandes propinas!

De aquestos entierros, muchos

tocan a mi sacristía.) [16]

480

Salen todos, como levantándose de las mesas. [17]

Fenisa.

Veamos si estamos seguros,

que según la cercanía

del convento y nuestra casa,

pensé que todo se hundía.

Catalina.

¿Qué habrá sido tanto estruendo?

485

Porcia.

¿De qué este ruido sería?

Lupercio.

Para el informe, a los ojos

el polvo ciega la vista.

Rosaura.

Mas ya se ve.

Filipo.

De aquel lienzo

antiguo fué la ruina.

490

Leonardo.

Milagro fué que tu casa

se librase, Catalina.

Golondrino.

¿Qué tabernero a guijarros

quiso aguarnos la comida?

Fenisa.

¡Las piedras como camellos

495

por las ventanas llovían!

Domingo.

(Ap.) (¡Oh, mujer!)

Rosaura.

Aquí está el santo.

Catalina.

(Ap.) (¡Oh, qué extraña antipatía

tienen mis ojos con él!

Pero ¿para qué le miran?)

500

Sacan al peón muerto entre otros dos, y Soleta. [18]

Soleta.

¡No tiren, poquito a poco,

señores, que se hace jiras!

Filipo.

¡Qué espectáculo tan triste!

Rosaura.

¡Cuánto el verle me lastima!

Lupercio.

¡Raro destrozo hizo en el

505

la desgracia no temida!

Porcia.

¡Que haya quien por un jornal

se aventure a esta desdicha!

Golondrino.

¡No buscara Golondrino

los nidos de golondrinas!

510

Catalina.

¿Todos os lastimáis?

Todos.

Todos.

Catalina.

¿De qué?

Domingo.

(Ap.) (¡Oh, alma endurecida,

Dios te ablande!) Apartad, hijos.

Señor, mi ruego os suplica

humilde que en honra vuestra

515

tenga este cadáver vida;

vea esta rebelde a Vos

vuestras altas maravillas,

y de cuantos acompañan

su vanidad distraída

520

sea admiración aquí

vuestra clemencia divina.

Y tú, Rosendo, en el nombre

de Dios, cuyo poder firman

las obras más imposibles,

525

vuelve otra vez a la vida:

levántate, y en presencia

de todos, mando que digas

a quién ese nuevo ser

se la debes.

Levántase el peón. [19]

Peón 2°.

A María,

530

y a su devoto Rosario,

que rezo todos los días;

que los que logran sus rosas

no mueren en las espinas.

Saca el rosario.

Y el Cielo, porque a Domingo,

535

que en esta obra asistía,

le traté sin reverencia,

influyendo mi malicia

en los que en ella trabajan,

que sin cuidado le sirvan,

540

castigó mi culpa necia.

Y pues del Cielo se mira

que de aquesta tempestad [20]

aqueste iris me libra,

Arrodíllase, y besa el hábito del santo. [21]

enmendando mis errores,

545

ofrezco, mientras yo viva,

ser esclavo de este templo,

por ser claustro de María.

Filipo.

¡Extraño caso!

Porcia.

¡Admirable!

Fenisa.

¡Voyme a las arrepentidas!

550

Rosaura.

¡Salga yo de mis errores!

Leonardo.

(Ap.) (¡Más los rencores me animan!)

Suenan dentro las guitarras. [22)]

Catalina.

Vamos a nuestros festines,

pues nos llama la armonía

de la música.

Golondrino.

Y dejamos

555

a medio andar la comida.

Lupercio.

Ven, pues se libró tu casa

de este riesgo, Catalina. (Vase.)

Filipo.

Porcia, vamos, no perdamos

la música más festiva.

560

Porcia.

(A Catalina.) Ven, amiga.

Catalina.

Vamos, Porcia,

¡y reine nuestra alegría! (Vanse Porcia y Filipo.) [23]

Leonardo.

(A Rosaura.) Tu desdén no ha de poder

vencer a mi fe rendida. (Vase.) [24]

Rosaura.

En vano, Leonardo, en vano

565

será tu amante porfía. (Vase.) [25]

Lupercio. (Dentro.)

Mira que aguardan las mesas,

y que es tarde, Catalina. [26]

Domingo.

Dime antes si en tu casa

hallará buena acogida

570

un religioso que quiere

visitarte, Catalina,

para proponerte un grande

negocio, en que estriban

tus mayores conveniencias.

575

Catalina.

Siempre mi puerta se mira

abierta, pues la hallan cuantos

a mi vanidad altiva

solicitan, cortesanos,

tenerla más aplaudida.

580

Domingo.

¿La puerta a la vandidad

tienes abierta?

Catalina.

Las dichas

Música dentro. [27]

mejoran en los aplausos

las glorias de repetidas. (Vase.)

Fenisa.

Yo me voy a dar un baño

585

[a un estanque de natillas]. (Vase.)

... ... ... ... ... ... ... [28]

Domingo.

Encienda de la capilla

las velas.

Soleta.

Voy a pegarme

también con la pelotilla. (Vase.)

Domingo.

Para que tus prodigios

590

mis afectos repitan,

a mi espíritu alienta,

dulcísima María, [29]

porque encendida esta

rebelde nieve fría

595

en tu devoto celo,

deje su torpe vida.

Dame aliento, Señora,

de poder persuadirla

a ser devota tuya,

600

venciendo su malicia.

Música.

Alienta, Domingo,

espera, confía,

que a cuenta del Cielo

está Catalina.

605

Domingo.

El sol, la luna, el cielo

y los astros repitan tus alabanzas

siempre, dulcísima María. (Vase.)

Salen Golondrino y Fenisa.

Golondrino.

¡Qué gran comida!

Fenisa.

¡Y qué platos!

610

Golondrino.

¡Qué sorbetes!

Fenisa.

¡Qué ambrosías!

Golondrino.

¡Al mundo de apoplejías

pudo llenar, y de flatos!

Fenisa.

¡Dónde te caben, no sé,

tantas cosas, Golondrino!

615

Golondrino.

Salgo en diluvios de vino,

hecho un arca de Noé.

Música dentro. [30]

Fenisa.

A coronar el festín,

entre suaves candores,

con la música las flores

620

vienen de aqueste jardín.

Salen con la Música Lupercio. Porcia, Catalina Filipo y todos los convidados. [31]

Música.

Imite la belleza

de la flor el hermoso lucimiento:

no malogre en su orients

lo más bello;

625

deje para el ocaso

el escarmiento.

Lupercio.

Viva ufana tu hermosura

siempre en sus abriles bellos;

al mayo no le anticipes

630

los rigores del enero.

Vive, Catalina, vive,

y en tus festivos alientos,

a tu fama y a tu aplauso

les tributen - lisonjeros

635

vasallos - los albedríos,

en repetidos obsequios,

cuanto, próvidos, fecundan

todos los cuatro elementos;

que para lograr los bienes,

640

los bienes nos dan los cielos.

Catalina.

Danzas, comedias, banquetes,

y todos cuantos festejos

inventar supo el placer,

de todos gustosa quiero

645

gozar; que mi vanidad

no se rinde al común ceño

de que niegue al regocijo

cuanto a los aplausos debo.

Filipo.

Cantad, y en coros festivos,

650

los primores contrapuestos

de las cadencias suaves,

de los numerosos metros

unidos, fugas expliquen

los batallados conceptos.

655

Porcia.

Bella Catalina, logra

cuanto a tus bellos luceros

tributan en sacrificios

los más rendidos afectos.

Vive al aplauso, y vivamos

660

a las caricias del tiempo,

que no nació la hermosura

para rendirse al tremendo

horror, de que se malogren

todos sus divinos fueros.

665

Catalina.

Cerca el día de mis años

está, querido Lupercio.

Todos.

Pues celebrémosle todos.

Porcia.

Y sea con el discreto

festejo de una comedia.

670

Filipo.

La que ha de ser destinemos.

Porcia.

"Narciso y Eco" será.

Catalina.

No quiero Narciso ni Eco,

que él es lindo, y ella es muda.

Leonardo.

¿"Venus y Adonis"?

Catalina.

No quiero

675

que haya tragedia en mis años.

Lupercio.

[Porque no se pierda tiempo,

a sortear la que ha de ser

volvamos, que mi deseo

no sufre que haya ninguna

680

dilación en tus festejos.

Todos.

Y elegida una vez, todos

en ella representemos.

Catalina.

Sea así.

Lupercio.

Adiós, Catalina.

Catalina.

En el cenador espero.]

685

Vanse, menos Catalina y Fenisa; y dentro golpes, como que llaman. [32]

Fenisa.

¿Quién a puerta tan abierta

a llamar llega tan recio?

Domingo (Dentro).

Un religioso.

Catalina.

Cerradas

de mi casa nunca vieron

las puertas. ¡Entre, y no llame

690

el que fuere!

Domingo (Dentro).

Entrar no puedo

sin llamar.

Fenisa.

¡Los aparatos

son de grande llamamiento!

Sale Fray Domingo.

Domingo.

(Ap.) (¡Oh, qué ciega confusión!

pues tiene el error más ciego

695

al mundo abiertas las puertas,

y cerradas para el Cielo.)

Catalina.

(Ap.) (¡Cuánto me asombra su vista!

Mas vénzanse mis recelos.)

Domingo.

(Ap.) (¡Con qué de afectos batalla,

700

sin mejorar los afectos!)

Fenisa.

(Ap.) (¡Cuál se miran, y se admiran!)

Catalina.

(Ap.) (Salir de este asombro quiero.)

Si erais vos el religioso,

muy poco, Domingo, os debo

705

en no haberos declarado

conmigo, para que atento

mi cuidado previniese

(Ap.) (¡oh, cuánto me asombra, cielos!)

algún cortés agasajo.

710

Domingo.

Excusa los cumplimientos.

Catalina.

(Ap.) (¡Oh, ¿quién pudiera apartarse

de su vista!)

Domingo.

Sólo quiero

el que cumplas, Catalina,

con los favores que al Cielo

715

le deben tus perfecciones.

No malogre en escarmientos

con la belleza exterior

el interior desaseo.

Catalina.

Ponte a la puerta, Fenisa:

720

mira no vuelva Lupercio.

Domingo.

No temas, nada receles:

conmigo estás. (Ap.) (¡Ah, Lupercio!

¡Oh, si en el vencer pudiera

lo que en ti vencer espero!)

725

Fenisa.

(Ap.) (Despacio la toma el padre,

y sermones no apetezco:

voyme, porque el no estorbar

es un aquél muy discreto.) (Vase.)

Catalina.

(Ap.) (Porque me deje ¿que haré? ...

730

Pedirle el rosario quiero.)

Dadme el rosario, Domingo,

y otro día (Ap.) (¡qué tormento!)

podréis verme.

Domingo.

Catalina,

Cogiendo de la mano a Catalina, la lleva hacia la silla. [33]

¿quién puede lograr el tiempo,

735

y no malograr las dichas

de conocer sus misterios,

no se aparte en la razón

del mayor conocimiento.

Siéntate aquí, Catalina.

740

Siéntase Santo Domingo en una silla, y Catalina en una almohada, de rodillas. [34]

Catalina.

(Ap.) (¿Cómo a sus voces me venzo?)

Domingo.

Sin susto atenderme puedes.

Catalina.

(Ap.) (¡Mal se vencen mis recelos!)

Domingo.

Acércate, no te apartes.

Catalina.

(Ap.) (¡Quién pudiera estar más lejos!)

745

Domingo.

En este círculo hermoso

se cifran quince misterios,

donde sus avemarías

corresponden al Salterio

de David: ciento y cincuenta

750

floras hermosas, que en ecos

de azucenas y jazmines

explican, con dulce aliento

del encarnado clavel,

todo el celestial concepto.

755

Sus estaciones divinas

con los quince padrenuestros

divide, en tres quincagenas,

a los tres piadosos tiempos,

para que mejore el alma

760

de afectos con los afectos.

Cinco misterios gozosos

contemplarás los primeros:

la Anunciación de Gabriel,

para que encarnase el Verbo;

765

la Visita de Isabel;

el dichoso Nacimiento;

la tierna Circuncisión;

y cuando se halló en el Templo.

Los segundos, dolorosos:

770

contempla a Cristo en el Huerto;

azotado a la Columna

por los ministros sangrientos;

en la Corona de espinas;

al hombro el grave Madero;

775

y en él, clavado a rigores

por el hombre, a Dios supremo.

En los gloriosos, contempla

la Resurrección del Cuerpo;

y en la Ascensión, pues subió

780

a su celestial asiento,

y paloma en su Venida

bajó, con plumas de fuego;

en la Asunción de María,

que con soberano imperio

785

como Emperatriz subió

a Coronarse a los cielos.

Esta es la escala que vió

dichoso Jacob, durmiendo,

de ángeles que descendían

790

a subir al firmamento.

De la mano de María

la recibí, y de su bello

Hijo amante, que a ternezas

a Domingo enriquecieron.

795

Recíbele tú de mí,

que en la voz de Dios, ofrezco

a ti, y a cuantos devotos

reverencien sus misterios,

en la tierra anticipados

800

todos los bienes del Cielo.

Levántase Catalina, y toma el rosario, turbada, y se va retirando. [35]

Catalina.

(Ap.) (Turbada yo le recibo ...

¡Oh, cómo el sagrado peso

en mis manos! ... ¡Raro asombro! ...

desmayados los acentos,

805

helada la voz, y el labio

entorpecido, no puedo

articular las palabras . . .

¡Horror! ...¡Asombro tremendo! ...

¡Sin mí en su presencia estoy! ...

810

Pero de ella vaya huyendo.)

Adiós, Domingo. (Vase.)

Domingo.

¡Qué poco

que han aprovechado, pienso,

en su corazón mis voces!

Mío sería el defecto

815

más que suyo, que es muy tibio

mi espíritu. Yo confieso, [36]

Señor, que más batería

ha menester este pecho

duro, que mi persuasión.

820

¡Cuán grande es mi desconsuelo!

No os parezca, Señor mío,

la porfía de mi ruego

desconfianza: atraed

a Vos este bronco acero,

825

Imán de misericordias;

encended en vuestro fuego

esta congelada nieve

a torpes delitos feos.

Por ésta, Jesús divino,

830

padecísteis; no el veneno

de la culpa en ella borre

de vuestra Pasión el precio.

Descúbrese en una gloria el Niño, con tunicela blanca, y el mundo en la mano, acompañado de los dos ángeles. [37]

Música.

Confía, Domingo, y espere tu celo

en la misericordia de Dios eterno,

835

lograda la ternura de tu deseo.

Niño.

Para que seguro estés

de ese temor, te prevengo

(confirmando la verdad

que a mi Madre oíste, tierno

840

amante de su pureza),

que a mi cargo queda el peso

de la conversión que pides;

adonde mostrar espero

a los mortales que olvidan

845

lo que me deben, los medios

extraños que usa mi amor

para volver a traerlos

a mí. No te desconsueles,

que en mi oído están tus ruegos.

850

Domingo.

¡Oh, soberano Señor,

gracias os dé todo el Cielo!

Cantan los ángeles.

Ángeles.

Confía, Domingo, y espere tu celo

en la misericordia de Dios eterno,

lograda la ternura de tu deseo.

855

Domingo.

Confío, y espero,

Con la Música. [38]

en la misericordia de Dios eterno.

Ciérranse las apariencias con la Música. [39]

 

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(1) For a discussion of the play's authorship, including a possible attribution to Pedro Francisco Lanini y Sagredo, click here.  For a checklist of plays by or atttributed to Juan Bautista Diamante, click here.  For more information on Juan Bautista Diamante go to the Wikipedia article.   <back>